Después de que la policía matara en Vitoria (Álava) a cinco trabajadores, las palabras de Manuel Fraga tuvieron mucha repercusión: «la calle es mía», espetó el ministro franquista, pretendiendo acaso amedrentar a quienes se atrevían a hacer frente a la dictadura. Y ayer el lehendakari Patxi López espetó «la calle es nuestra», también en Vitoria, en la recepción institucional del alcalde Patxi Lazkoz con motivo de las fiestas de la Virgen Blanca.
Los nuevos gobernantes pretenden demostrar, cueste lo que cueste, que desde que el PSE-EE llegó al Gobierno vasco estamos «en otra época». Y quieren hacer desaparecer de la calle las fotografías de presos vascos y los cárteles por sus derechos. «Nosotros y los otros.» Pretenden establecer la distinción y exclusión entre quienes tienen label democrático y quienes no lo tienen. Igual que con las víctimas.
Siempre que tienen en los labios a ETA y «su entorno» hablan duro y dejan patente, además, que exhibir esa dureza es su deseo. También Patxi López ha hablado sin pelos en la lengua. Durante las fiestas populares impedirán «todo intento de apoyar al terrorismo». Quieren que las fiestas transcurran «en paz y libertad», esto es, «que cada cual las celebre a su modo».
Imposible, empero. Quieren castigar la expresión de solidaridad con los presos y la reivindicación de sus derechos. Y no les importa el resultado que pueda implicar el hacer entrar a la Policía en las fiestas. «La calle es nuestra.» En Vitoria y Villabona (Guipúzcoa).(2)
Los mismos que acudieron a la cárcel de Guadalajara a enaltecer a Rafael Vera y José Barrionuevo reparten ahora el label democrático. Los que ilegalizaron a la izquierda abertzale para llegar al Gobierno vasco, porque si no el nacionalismo vasco tenía la mayoría.
Se han pasado años diciendo a la izquierda abertzale que condene a ETA. Ésa era la vía para lograr el label democrático. Pero con la izquierda abertzale tradicional fuera de las instituciones, Alfredo Pérez Rubalcaba ha adelantado que esa hipotética condena ya no serviría. Jaime Mayor Oreja inventó la tregua trampa, y ahora Rubalcaba se ha inventado la condena trampa. Por si acaso, antes de que la izquierda abertzale condene cualquier cosa.
Notas
(1) El título juega con la polisemia de la palabra jai, que significa ‘fiesta’ pero también, conjugado con determinados verbos, equivale a la expresión irónica española ‘estar bien apañado’.
(2) Alusión a la muerte del teniente de alcalde de esta localidad, Remi Ayestaran, el pasado 31 de julio al sufrir un fallo cardíaco después de una discusión con la Ertzaintza, que había irrumpido en las fiestas populares con intención de impedir, por orden de la Audiencia Nacional, la concentración que se realiza todos los viernes contra la dispersión de los presos políticos vascos.
Xabin Makazaga es el subdirector del diario Berria
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