No me hagan mucho caso, pero me da que lo del aborto a los 16 años sin consentimiento paterno es un anzuelo, un trozo de carne para que entretengamos los dientes, y que se caerá en el trámite parlamentario. (...)
Tengo dos hijas, y no querría para ellas un aborto en la adolescencia. Pero tampoco querría un embarazo con 16 años. Es más: a esa edad me parece preferible un aborto que una maternidad no buscada. De lo malo, lo menos malo. Todos estamos de acuerdo en que abortar es una experiencia traumática, más a esas edades. Pero no tenemos tan claro lo que puede suponer un embarazo adolescente no deseado. Para hablar en serio del tema, agradeceríamos un esfuerzo informativo de los legisladores: nos gustaría saber, a esas edades, cuántos embarazos hay, cuántos abortos, qué pasa con las que abortan (y cuántas reinciden por vicio, como bromeaba la genial viñeta de Manel Fontdevila días atrás). Pero también saber qué pasa con las que son madres precoces, cómo les va la vida.
Como padre, me gustaría que mi hija me consultara. Pero entiendo que si a los 16 años puede echar un polvo, tener hijos o casarse sin mi consentimiento, debe poder decidir sobre toda su sexualidad, no sólo una parte. Más que nada porque, en realidad, quienes se oponen a ello -los profesionales de la moral-, no quieren tampoco que decidamos los padres. Quieren decidir ellos. Y esa decisión, sea anzuelo o no, debe ser de las afectadas. Con todas las garantías, claro. Como padre me preocupa más que, llegado el caso, no pudieran abortar en la sanidad
por Isaac Rosa
Cuatro hombres violan a una mujer en Bolueta
No hay comentarios:
Publicar un comentario